Retomo mi blog con este artículo fruto de la experiencia de lo que voy sintiendo cuando hablo con otras personas de las redes sociales. Cuando me enfrento a un público por primera vez, siempre hago las mismas preguntas: ¿tenéis perfiles en redes sociales? ¿Cómo las usáis?

      Sigo obteniendo la misma respuesta, casi ninguna. Y es que la mayoría de las personas no se atreven a reconocer que las usan frente a alguien que va a hablar sobre marca personal en Internet. ¿Son conscientes de que no las emplean adecuadamente? ¿O acaso tienen miedo a la exposición pública? No me malinterpretéis. Cada uno puede emplearlas como quiera, y es algo que yo respeto totalmente, pero si queréis conseguir objetivos a través de ellas, no podéis seguir publicando solo selfies y fotos de amaneceres.

     Si estáis leyendo esto y vosotros también trabajáis en el sector de la formación, coincidiréis conmigo en que las razones más frecuentes que dan los alumnos para justificar el poco o mal uso de las redes sociales son: no tengo tiempo, no es seguro, yo soy muy mayor para eso, no obtengo respuesta, es una pérdida de tiempo, etc. Son ya muchos los que empiezan y, ante la falta de resultados, optan por el abandono y no por el cambio de estrategia. La realidad es que todos hemos comenzado publicando artículos obteniendo un triste me gusta de nuestro hermano. Pero es en la constancia, en la búsqueda de nuevas formas de aportar y en la capacidad de crear cosas diferentes donde está la posibilidad de lograr interacción.

         Si cuando empecé en Internet me hubieran dicho que si quería estar en redes tendría que llegar a las 5000 publicaciones en Facebook (por decir algo) o que tendría que publicar los 16.000 tweets que ahora llevo, me habría puesto las manos en la cabeza y habría dicho: ¡Dios mío! ¿De dónde voy a sacar tantas ideas para hacer eso? Y a día de hoy lo hago: cada año creo un concurso en Facebook, genero debates, reflexiono, aprendo y, ¡LO MEJOR DE TODO! conozco a mogollón de gente maja que muestran interés en lo que publico y con la que me echo unas risas virtuales que son de lo más saludable en mi día a día.

          “Es frustrante tener los estudios que tengo y que no me cojan en ninguna empresa”. Yo estuve así algo de tiempo y decidí apostar por las redes sociales para diferenciarme, para aumentar mi visibilidad y para crear oportunidades. Y vaya si me ha ido bien! A través de ellas, puedo mostrar que sé escribir, que conozco el sector para el que quiero trabajar y que soy constante. También, destaco que me implico en lo que hago, que me encanta el trato con las personas, que soy transparente o que se puede confiar en mí. No importa si digo que soy despistada, dormilona y un poco desconfiada, es de valientes reconocer carencias. A través de mis reflexiones sabrás que me gusta pensar, que lucho por conseguir lo que quiero, que no dejo de formarme y que adoro las nuevas tecnologías.

           Y lo mejor de todo es que no lo digo, lo ven otros, lo intuyen por cómo me expreso y por la huella digital que voy dejando en cada interacción. Si quieres salir de donde estás ¡hazlo!, pero hazlo de verdad, sin miedos y mostrando la verdadera persona que eres!